El Sáhara Occidental, un “conflicto irresoluble” análogo al de Palestina y con complicidades internacionales

"Hay conflictos en los que, para la comunidad internacional, la resolución tiene más costes que beneficios y en tales casos se opta por la no solución como solución. Esto es lo que se ha impuesto en el Sáhara” dice Isaías Barreñada en su ensayo Breve historia del Sáhara Occidental. Resistencia frente a realpolitik (Catarata). Barreñada compara el conflicto del Sáhara con el de Palestina y opina que ambos "son casos flagrantes de colonialismo agravado por ocupaciones y agresiones consentidas", lo que le lleva a englobarlos entre los “intractable conflicts”, es decir, aquellos "conflictos de larga duración no resueltos hoy en día, de manejo muy complejo, si no de imposible solución". 

Critica con severidad la inoperancia de Naciones Unidas. "El caso del Sáhara occidental ejemplifica como pocos otros, de manera cruda y cruel, las limitaciones de la comunidad internacional a la hora de resolver un conflicto, y en particular la falta de voluntad política de algunos actores estatales influyentes que tienen intereses en la región" Y añade: "Naciones Unidas ha fracasado estrepitosamente, es corresponsable de la situación actual" y se ha convertido de hecho "en un simple fedatario de la ocupación”. No excluye de sus críticas a la Unión Europea que "ha adoptado una actitud cómplice en contradicción con sus principios".

Rechaza la solución preconizada por Marruecos, a la que, por cierto, Pedro Sánchez se adhirió públicamente, de reconocimiento de la integración del Sáhara en dicho país con una autonomía regional. "Las autonomía es inviable en un régimen político como el marroquí". Además, "las propuestas marroquíes de autonomía nunca han incluido las transferencias de competencias en materia de recursos naturales a las instituciones regionales".

Hay que tener en cuenta, por otra parte, que la larga ocupación ha creado graves problemas y desequilibrios internos en la potencia ocupante. "Las tres regiones del sur tienen los mejores indicadores socioeconómicos (de Marruecos), superando incluso las conurbaciones de Rabat y Casablanca, aunque tienen altas (tasas) de desempleo y deficiencias en servicios públicos. Lo relevante es que son regiones que pesan muy poco en la economía marroquí, aportan muy poco a la renta nacional, tienen una fiscalidad mínima y, sin embargo, drenan enormes recursos -en 2018 el Sáhara captaba el 53 % de las inversiones públicas. El sur depende esencialmente de las transferencias del Estado en forma de inversiones, prestaciones sociales y salarios de funcionarios. La política económica de Marruecos en el Sáhara pone de manifiesto sus objetivos políticos y las contradicciones de la ocupación". Dicho de otra manera "Marruecos se encuentra con un dilema y en un callejón sin salida, tanto si concede autogobierno y competencias y distribuye la renta, como si no lo hace, aumenta la protesta y el nacionalismo".

La prolongación de una situación de anormalidad, que dura ya casi medio siglo, conlleva sus propias consecuencias porque "las situaciones de dominación prolongada crean una nueva realidad colonial que no necesariamente coincide con lo que espera el estado administrador o la fuerza ocupante”. Incluso "la compra de lealtad mediante una economía artificial de subsidios no es una estrategia segura, ni haciendo concesiones políticas de calado, ni teniendo recursos materiales para ello". En todo caso, recuerda que "el conflicto del Sáhara no es un problema de Derechos Humanos, sino de descolonización y de ocupación ilegal pero los problemas de Derechos humanos son consecuencia de ello". Y por si esto no fuera suficiente, la ocupación marroquí “ha reforzado una identidad saharaui diferencias del resto de los residentes procedentes del norte de Marruecos".